Tras más de una hora de espera entre nuestro primer partido y el segundo, tiempo que cada cual aprovecha como mejor puede, nos llega la oportunidad de redimirnos del malísimo encuentro anterior. E incluso nos podríamos meter en la final del torneo. Para ello debemos ganar a Harri-Gorri de unos 20 puntos de diferencia. A priori lo veo inviable, pero ¿por qué no creer que se puede, máxime cuando la fe y la esperanza aún siguen siendo gratis?
Para conseguirlo necesitamos un ritmo rápido desde el principio, muy rápido incluso. Sin embargo, ni la velocidad es la suficiente, ni sobre todo, la defensa es la adecuada en un equipo que pretende sacar una considerable ventaja a otro en tan sólo media hora real de juego. Así pues, nuestra excelsa precipitación e individualidad en el ataque (que no consigo solucionar pese a los cambios de jugadores) ayuda a desencadenar una hecatombe baloncestística, que se ve reforzada por una insuficiente defensa, y un arbitraje que raya el pasotismo. A las continuas protestas por nuestra parte sobre evidentes ventajas del equipo contrario en el uso de los brazos y codos en el ataque y defensa, la respuesta del árbitro fue el silencio y la negación. Resguardarse en la comodidad de un torneo amistoso y de que los 'contactos' no los recibe uno mismo, es una mala excusa para arbitrar un partido con actitud de quien va 'de paseo'.
Al final del encuentro, 31 puntos en contra, en 30 minutos de juego, lo que es una paliza muy escandalosa. No tengo claro si somos conscientes del ridículo que hemos hecho, por muy amistoso que sea el torneo.
Harri-Gorri jugará la final del torneo masculino, que perderá, frente a Paúles. En el cuadro femenino Gernika será el vencedor y Zarautz el segundo.
Tras las finales, las chicas y chicos de Gorabide lanzan unos tiros libres, en un concurso que es presenciado por los equipos participantes. Y después la entrega de premios y las fotos protocolarias..., aunque en el caso de Parque Bilbao, el fotógrafo no la hizo en un primer momento, y tuvimos que pedirle que también nosotros, pese a nuestros nefastos partidos, pudiéramos ser inmortalizados.
Ý como colofón, un lunch en el exterior del pabellón. No estuvo mal la fiesta, gracias Mungialde por la invitación.
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