Otra derrota difícil de explicar, y de asimilar. Nuestra escasez de inteligencia en ciertas fases del encuentro la pagamos, pero también nuestro escaso balance defensivo, o nuestra incapacidad atacante. Y por supuesto tácticamente resulta especialmente notable nuestra falta de capacidad.
Se comenzó con un 0-11, que quizá nos confió. El equipo contrario tardó seis minutos en anotar su primera canasta, y fue mediante un triple del número 8, de Gaizka, lo que fue un mal preludio de lo que había de acontecer en el partido. A partir de ahí, Gaizka contra Parque Bilbao. El vencedor fue el jugador local, que al descanso ya nos había anotado siete triples.
Con un contrario en estado de gracia y nuestra defensa lógicamente ineficaz, sólo nos restaba confiar en mantener el tono atacante de la primera parte. Sin embargo, tras el descanso, una serie de pérdidas que finalizaban en fáciles contraataques rivales (incluso de 3 contra 1), abrieron una ventaja que aún sin ser insalvable nos hundió. Desde entonces, y durante bastantes minutos, el caos se apoderó de nuestro equipo, tanto en las decisiones desde el banquillo como en la cancha. Una falta de criterio por ambas partes que no consiguió remontar la ventaja de Independiente, sino aumentarla hasta un marcador que se anotjaba ridículo y que no reflejaba la diferencia real entre ambos equipos. En este partido, nuestra lamentable segunda parte nos dejó muy malas sensaciones.
Al final, el jugador local, 11 de los 13 triples de su equipo, lo que resulta sonrojante para nuestra defensa. Con casi tantos triples recibidos como canastas de dos, hubiera sido preciso recordar 'el manual del entrenador', y no olvidar la defensa individual.